sábado, 1 de marzo de 2008



DESTRUYE MONSTRUOS

O CORTA CUERDAS


Recuerdo la pugna interior
entre el sentirme humano y ser como ellos.
Intento masajear la estampa de la cordura
y a veces también me obligo a actuar
como si todo estuviese normal.

Abandono momentáneamente mi camino
para contemplar desde la sombra que da un letargo,
el transcurso de la metamorfosis y su coyuntura
con una vida imberbe y al mismo tiempo onírica.

Puedo ser la piedra en las orillas de las playas
Puedo ser la arena en los ojos del sermón
Voy siendo un hombre destruyendo esperas
Voy raudo entre ciudades y condenas.

Hago ruidos poseídos en el Vacío
Formulo preguntas que no traspasan nada
Planto mi visión mucho más lejos de lo que conozco
No sé lo que busco
No sé si busco.

El hálito del pasado infante
llega a mis fosas como queriendo ser enterrado en ellas:
tengo la sensación de no estar acá;
supongo que estoy amarrado con correas
y todo lo que inefablemente me rodea
lo guardo en mí como prueba concreta
de la más indudable existencia.

Recurro al Mar para ver algún designio,
alguna respuesta, voz o pista concreta
de lo que puedo estar sembrando ahora,
justo después de la pesadilla en el sueño,
justo ahora que mi instinto perdió el rumbo
y el hacha y la hoz de su tiempo sin cosecha.

Cómo transcurre la velocidad del Tiempo
Cómo se ha ido gestando en mí el ahogo
Cuánto, cuánto más tengo que esperar
para de una vez por todas conocer
la sensación de despertar para siempre
y no volver a dormirme
en las tierras ilusorias
que enfrenté durante el desengaño.


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