sábado, 1 de marzo de 2008



SIEN


Solo, como la mariposa negra en lo alto del crepúsculo.
Solo, como han dejado los autos, las micros y los colectivos
al rostro cubierto de sangre pidiendo ayuda en la calle.
Solo, con el espejismo fantástico de los siameses
bailando en los callejones sin salida de la madrugada.
Solos, analizamos los extractos del éter
para encontrar respuestas que despejen
la disyuntiva de poder atravesar y comprender
la existencia del muro de las sicologías sin cura.
Solo, con la melancolía de los días enfermos y atrofiados,
aquellos que habitan los áticos del exceso y amplifican
la sonoridad abismante del silencio,
el ya aterrador preludio de los espectros, la agonía,
que esquelética se presenta para incendiar cada partícula
de los músculos, mis tejidos y mi piel.
Solo, oscurezco la luz de la ampolleta con mi sangre
y contemplo así tu ausencia a través de un caleidoscopio,
pues intento encontrarte y a la vez matarte, porque ya sin fe,
escribo los paisajes que se me aparecen clavados en la cruz,
sillas meciendo la nada, soledades, que hoy me encontré.
Sólo el descanso mortuorio y un último cigarro sin prender
son consuelos para el desconsuelo: inevitable y natural.
Solo, intento en vano rescatar mis emociones secuestradas.
Solo, recuerdo el incendio y la diarrea como medicina;
el hogar con triángulos pintados en su techo,
sus vigas, sus ahorcados, su energía;
la frustración de cumpleaños, la fiesta, los globos
inflados con el aire robado de un ataque cardíaco,
orgánicos sentimientos acallados y desesperanzados
que vomitaron la música de velo negro y silencio pálido,
la cual invisible merodea tus ojos amarrados a la luna,
y habla de una caleta de gusanos asesinados que reaparece
cuando estoy solo,escuchando mensajes secretos antes de dormir.

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